El sector de Tecnologías de la Información (TI) en México cerró el primer semestre de 2025 con un crecimiento de apenas 3.3%, el más bajo en cinco años. Para algunos, estas cifras son signo de debilidad; para quienes vivimos la transformación digital, representan un punto de quiebre. No es un freno, es la pausa que antecede al salto.
Una alerta que se convierte en oportunidad
En 2023 crecimos 6.3% y en 2024 alcanzamos 4.9%; ahora la curva se enfría. El hardware retrocedió 0.2% y el gasto público en TI cayó 23%, con apenas 28% del presupuesto ejercido. No es solo un tema de números: es una advertencia de que seguimos desalineados entre empresa, gobierno y academia.
La lección es clara: México no puede depender únicamente del dinamismo privado. Urge una estrategia común que transforme esfuerzos dispersos en un proyecto de nación digital.
El nuevo motor de México
La TI no es un sector accesorio: es la infraestructura invisible que mueve al país. Su impacto está en cada cadena de valor. Desde bancos como BBVA, plataformas como Mercado Pago o minoristas como Walmart, la inteligencia artificial ya no es promesa: es práctica diaria.
El potencial, sin embargo, es mucho más grande. Nuevo León y Querétaro planean 170 centros de datos hacia 2029, con un impacto de 5.2% del PIB. Empresas globales apuestan por semiconductores e inteligencia artificial desde México. Hablar de TI es hablar de empleo, eficiencia energética e inclusión digital.

Ciberseguridad como soberanía
El avance trae consigo riesgos crecientes: 45% de los sistemas solares carecen de protección, los ciberataques al gobierno subieron 30% este año y los fraudes con clonación de voz ya son cotidianos.
La respuesta no puede ser fragmentada. México necesita un protocolo nacional de ciberresiliencia que unifique estándares en energía, finanzas y telecomunicaciones. La ciberseguridad debe asumirse como un asunto de soberanía, con participación activa de los tres pilares: iniciativa privada, gobierno y academia.
Nearshoring y semiconductores: la ventana global
La reconfiguración internacional abre una oportunidad única. El reciente arancel de 100% a semiconductores en EE.UU. cambia las reglas del juego: las exenciones serán por empresa, no por país.
México participa en las fases de ensamble, prueba y empaquetado, y depende de los hubs en Arizona y Texas. Aquí, proyectos como el Plan México y el Plan Sonora deben convertirse en catalizadores que unan infraestructura energética, logística y manufactura avanzada de chips. La meta: consolidar al país como hub estratégico continental.
De esfuerzos aislados a una agenda común
La tecnología mexicana no puede seguir fragmentada. Una agenda compartida debe integrar:
- Iniciativa privada: inversión e innovación.
- Gobierno: marcos regulatorios ágiles y presupuestos consistentes.
- Academia: talento especializado en IA, ciberseguridad y semiconductores.
Ejemplos como Inmex Consorcio Tecnológico de México demuestran que alinear intereses es posible y que una hoja de ruta nacional es alcanzable.
México 2030: un proyecto colectivo
La desaceleración no es un callejón sin salida, es el aviso de que debemos movernos juntos. México tiene talento, inversión y atención internacional; lo que falta es unidad estratégica.
Si entendemos a la TI como motor de crecimiento y soberanía, podremos transformar la coyuntura en un salto cuántico. La economía digital no es complemento: es la base de nuestra competitividad y de nuestro futuro como nación.
El momento de actuar es ahora. Y solo será posible si caminamos juntos: gobierno, academia e iniciativa privada, no como piezas aisladas, sino como un movimiento colectivo hacia un México digital inclusivo, seguro y líder en el continente.
Por Marcos Reyes Vargas, Presidente de AmeDigital y Vicepresidente de Vinculación de MXTI
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