En tiempos donde todo pasa por una pantalla, aún hay quienes piensan que la ciberseguridad es solo cosa de empresas o de “expertos en computadoras”. Pero los ataques digitales están más cerca de lo que imaginamos: basta con un clic mal dado para exponer contraseñas, datos bancarios o toda una identidad digital.
Durante el Mes de la Concienciación sobre la Ciberseguridad, vale la pena romper algunos mitos que todavía circulan en redes y conversaciones cotidianas, y que pueden ponernos en riesgo sin que nos demos cuenta.
1. “No soy un objetivo, no tengo nada de valor”
Este es, probablemente, el mito más peligroso de todos.
Pensar que los ciberdelincuentes solo atacan a grandes empresas o figuras públicas es un error común. En realidad, todos los datos personales tienen valor, desde una dirección de correo hasta los accesos a redes sociales o aplicaciones bancarias.
Los criminales digitales no buscan nombres famosos, sino números: millones de usuarios comunes que repiten contraseñas, hacen clic en enlaces falsos o no activan la verificación en dos pasos. Y es ahí donde encuentran sus víctimas perfectas.
Como explica Camilo Gutiérrez Amaya, investigador de ESET Latinoamérica, “subestimar el riesgo crea una falsa sensación de seguridad que lleva a comportamientos peligrosos”. En resumen: no hay blanco pequeño.

2. “Tengo antivirus, eso me protege de todo”
El antivirus es una pieza fundamental, pero no una barrera mágica. Los ataques modernos van mucho más allá del software: se aprovechan del factor humano, de errores en los procesos o incluso de proveedores poco vigilados.
Un caso real ocurrido en Brasil, con la empresa C&M Software, demostró que la falta de controles y protocolos permitió un desvío de recursos que ningún antivirus pudo evitar. La lección es clara: la ciberseguridad no es solo tecnología, también es cultura y prevención.
Hoy, la defensa digital debe funcionar en capas: herramientas, políticas, capacitación y, sobre todo, conciencia.
3. “Mi contraseña es segura, puedo usarla en todos lados”
Si usas la misma contraseña para todo, no importa lo fuerte que sea: estás en riesgo.
Los ciberdelincuentes utilizan técnicas automatizadas —como el credential stuffing— para probar combinaciones filtradas de correos y contraseñas en múltiples servicios. Si repites la misma, el acceso es inmediato.
El problema se multiplica con el phishing, ya que un engaño en una sola plataforma puede abrir la puerta a todas tus cuentas.
La clave (literalmente) está en usar contraseñas únicas y activar siempre la autenticación multifactor. Es un paso adicional que, aunque parezca molesto, puede marcar la diferencia entre un susto y una pesadilla digital.
4. “Mi celular está seguro, los ataques solo son para computadoras”
Otro mito clásico. Hoy los smartphones son prácticamente una extensión de nuestra vida: almacenan fotos, conversaciones, contraseñas, datos bancarios y hasta documentos laborales.
Eso los convierte en uno de los principales objetivos del cibercrimen.
Tanto en Android como en iOS, existen campañas que distribuyen aplicaciones falsas, malware y enlaces de phishing. Algunas incluso se disfrazan de apps de préstamos o mensajería. En 2023, se detectaron casos en los que apps maliciosas permanecieron semanas en las tiendas oficiales antes de ser eliminadas.

Proteger tu teléfono implica actualizar el sistema, descargar solo de fuentes confiables y desconfiar de llamadas o mensajes inesperados. La seguridad móvil no es opcional: es parte de la salud digital.
5. “La ciberseguridad es responsabilidad del área de IT
Quizá el mito más frecuente en oficinas y hogares.
La seguridad digital no depende únicamente del departamento técnico ni de las empresas: todos somos parte de la primera línea de defensa.
Verificar enlaces antes de hacer clic, usar contraseñas seguras, reportar mensajes sospechosos o activar la verificación en dos pasos son hábitos que fortalecen todo el ecosistema.
Como resumen ESET, “cuando todos nos involucramos, la conciencia colectiva se convierte en una poderosa defensa capaz de prevenir estafas, fraudes e invasiones digitales”.
La ciberseguridad, al final, no es tarea de expertos: es un hábito diario que protege a todos.
Reflexión final
La ciberseguridad no se trata solo de evitar ataques, sino de construir una cultura digital responsable.
Desde no abrir correos dudosos hasta cuidar la privacidad en redes sociales, cada pequeño hábito cuenta.
En un mundo donde los datos valen más que el dinero, entender y aplicar buenas prácticas digitales es la mejor forma de cuidar lo que más importa: tu identidad, tu información y tu tranquilidad.
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